lunes, 25 de abril de 2011

DANZA-TEATRO La mesa vacía


Junio 10 y 11 a las 21hs.


LA MESA VACÍA

Por Gabriel Cimaomo

El y ella, una mesa vacía y otros vacios.

El lugar del amor, el lugar del recuerdo. El olor, el sonido de los cuerpos y la ausencia.


Ella: -El primer vacío, el más inmenso estaba más allá del pueblo. (…) Los vacíos crecían a medida que iba conociendo más lugares

El: -No quiero estar solo. Solo como un gato. Un punto en la inmensidad.

Uno no es. Cae. Cae.Cae.

En el océano de incertidumbre que navegamos los viajeros de estos tiempos, aquellos fragmentos resuenan como ecos provenientes de algún lugar recóndito de nuestra experiencia humana. Como espejismos de archipiélagos en los que anclar la palabra, las escuetas intervenciones verbales que aparecen en la obra habilitan este texto que se resiste a racionalizar un universo de sensaciones encontradas.

Una bailarina, un actor, una dramaturga, un artista visual, un músico, un iluminador, una coreógrafa, una directora, llenan cualquier mesa. Lo paradójico es que ésta, está vacía. Despojada y repleta a la vez de múltiples ingredientes. La desmaterialización llevada al límite expone la carne de los artistas con sutil crudeza.

Más allá de nuestras humanas complejidades, la obra constituye en sí misma un complejo semiótico, un espacio simbólico cargado de analogías, particularmente respecto a las búsquedas, expectativas, acercamientos, distancias, frustraciones, pérdidas, por las que atravesamos los aún empedernidos sobrevivientes posrománticos.

En lo referente a la relación entre el todo y las partes, la obra pone en diálogo lenguajes provenientes de distintos campos disciplinares, representados por referentes locales cuya proyección trasciende las fronteras de nuestro país. Reconocidos artistas y docentes en sus respectivos dominios dan cuenta, una vez más, de su capacidad para compartir una misma mesa o, si se quiere, para interactuar dentro de una misma jaula con otros exponentes de oficios afines.

Debido a sus buenos porque auténticos genes la cosa debía haber venido bien parida. Pero no. El producto, único en cada presentación, manifiesta la cara oculta no sólo de la “des-pareja humana” sino también de la vida para los hijos de occidente. En tal sentido, el vínculo puesto en escena por los artistas se erige en una representación eidética de las relaciones humanas en nuestra sociedad.

La pareja actoral -protagónica es la puesta- conjuga en tiempos sucesivos diatribas opuestas aunque complementarias, expresadas con toda la poesía sensorial capaz de reflejar el lenguaje fundamentalmente cinético de la danza-teatro. Los artistas, que encarnan el personaje desde su persona, traducen al vernáculo contemporáneo sentencias míticas ancestrales que semantizaron nuestro concepto del amor. Narciso y Las Almas Gemelas, se conjugan en singular y en plural, como uno y dos, parejas desparejas, que develan el (sin) sentido trágico del amor en nuestra cultura de acuerdo a la “lógica” binaria que nos rige. Uno o cero. Una sola carne o nada.

Así las cosas, se ama por la igualdad con el otro, no por la diferencia. Esta idea remite al sueño de las ya citadas “almas gemelas” escindidas por la ira de Zeus. La imagen de las dos mitades que desean volver a unirse -el mito del andrógino relatado por Platón en El Banquete- plantea la incompletud del ser humano que espera algún día encontrar su otra mitad. De allí viene el considerarse incompleto si no se tiene pareja y la suposición de que solamente esa persona podría completarnos.

Pero si éste es un ideal social que se encuentra en la actualidad severamente cuestionado, el mismo también está arraigado en nuestra subjetividad. Este ideal se relaciona con el otro mito, el de Narciso y su advertencia profética: enamorarse de sí mismo, buscar en la propia imagen el objeto de amor es una cita con la muerte.

Quizás, como dice Ovidio “El amor debe ser gobernado por el arte”, lástima poeta que sólo así se deje… No se. Sigo confuso explorando este laberinto de significantes, buscando vislumbrar signficados entre las penumbras de la iluminación de aquella escena que me hizo -casi sin querer- volver a tomar conciencia de mi protagonismo en este teatro o, para ser más pertinente, en el arte de la vida. Como sea, si al menos logré expresar la ambigüedad de sensaciones que la obra me hizo sentir, entonces ésta es una buena crítica.

LA MESA VACÍA

De Sergio Obaid – Emilce Pais – María Rosa Pfeiffer

COMPAÑÍA MULTIDISCIPLINARIA ALAINTEMPERIE

Intérpretes: Sergio Obabid. Emilce Pais

Diseño de Iluminación: Mario Pascullo

Colaboración en Vestuario: Fernando Silvar

Objeto escenográfico y Gráfica: Abel y Paula Monasterolo

Coreografía: Sergio Obaid. Emilce Pais

Música Original: Fabián Pínnola

Supervisión técnica: María José Goldín

Dramaturgia y espacio escénico: María Rosa Pfeiffer

Voz: Magdalena Chávez

Violín: María Victoria Díaz Geromet

Saxo tenor: Eliana Arruk

Violoncello: Juan Candioti

Guitarra, Bajo, Grabación y Mezcla: Marcelo González

Dirección: María Rosa Pfeiffer

Entrada General $25
Reservas al 504435/15416701

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